Es difícil encontrar alguien en España con la suficiente memoria o edad para que pueda contar algo sobre ese país lleno de playas y parajes paradisíacos, donde aún no haya llegado el fantasma inmobiliario para llenar de ladrillo las vistas de los visitantes. Sin duda, es algo complicado de encontrar en los días en los que vivimos.
A ese viajero que busca esos lugares fuera de nuestras fronteras, donde la vegetación se funde con las playas desiertas, donde por unos minutos pueda contemplar tiempos remotos a través de las construcciones de época. Es muy probable que esté buscando en su mente un lugar recóndito muy alejado de nuestro país.
Todo esto puede que nos suene demasiado y probablemente lo hemos pensado en algún momento cuando queremos elegir un destino vacacional, pero, ¿y si ese destino estuviera más cerca de lo que pensamos?, quizá a unos cientos de kilómetros de nuestra casa, pues muy posiblemente no lo creeríamos. Podemos confirmar que todo aquel que se sienta así es porque no ha visitado el Cabo de Gata.
Un lugar donde aún vive el lejano oeste a través de los decorados que algún día fueron parte de películas de Hollywood, como por ejemplo Lawrence de Arabia, Cleopatra, en los que puedes viajar en el tiempo hasta tan hostil época para revivir las aventuras más increíbles, y es que Steven Spielberg, no puede estar equivocado, ya que también opto por estos paisajes para recrear las aventuras de Indiana Jones en sus películas.
Si todo lo anterior, que no deja de ser ficción, no te ha convencido, quizá deberemos comentar las increíbles historias de la zona, sobre desembarcos piratas que se remontan a la edad media, las fortalezas construidas para frenar tales ataques o la ruta del oro, aquel preciado elemento que todos estos piratas buscaban en sus incursiones.
No obstante, aunque todo lo expuesto es muy atractivo, la belleza de la zona reside en su valor natural, ya que la zona se encuentra enmarcada entre sus playas paradisíacas de color azul turquesa, oscuras colinas volcánicas, formaciones caprichosas de piedra más típicas de obras de Gaudí, que de la propia naturaleza, y sobre todo la tranquilidad de un lugar por descubrir, donde la prisa se olvida y donde los paseos se convierten en tesoros.